El amor, las relaciones, los sentimientos, no se fundan en una razón prudente; por eso no me gusta hablar de amores imposibles si no de amores improbables. Porque lo improbable es por definición probable, lo que es casi seguro que no pase, es que puede pasar.
Mientras haya una posibilidad, media posibilidad entre mil millones que pase, vale la pena intentarlo.
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